Las emociones influyen sobre la
memoria, en algunos casos al fortalecer y en otros al obstaculizar, la
formación de memoria. La amígdala está involucrada en la mejora de la memoria
cuando esta última tiene un contenido emocional. Esto se ilustra por la
observación de que los pacientes que tienen daño de ambos núcleos amigdaloides
pierden el incremento habitual de la memoria por las emociones. Aunque las emociones fuertes aumentan la
codificación de memoria dentro de la amígdala, el estrés puede alterar la
consolidación de la memoria por el hipocampo, y las funciones cognitivas y la
memoria de trabajo desempeñadas por la corteza prefrontal (que se comenta a continuación).
Como resultado, el estrés puede promover el almacenamiento de recuerdos fuertes
desde el punto de vista emocional, pero obstaculizar la recuperación de esos
recuerdos y la memoria de trabajo. A
este respecto, los investigadores han demostrado que las personas con trastorno
de estrés postraumático a menudo tienen atrofia del hipocampo. No se entienden
por completo los mecanismos por los cuales el estrés afecta el encéfalo, pero
se sabe que durante el estrés hay aumento de la secreción de “hormonas de
estrés” (principalmente cortisol a partir de la corteza suprarrenal; y que el
hipocampo y la amígdala son ricos en receptores para estas hormonas. Así, el
hipocampo y la amígdala son blancos para estas hormonas, y se ha mostrado que
los corticosteroides (incluso el cortisol) suprimen la neurogénesis en el
hipocampo.
Sistema límbico en la emoción
Todo ser viviente está en
constante interacción con el ambiente externo. Son las presiones selectivas que
conducen a la evolución de los seres y sus capacidades; no obstante, nuestro
sistema límbico trabaja constantemente para regular nuestros actuares.
El sistema límbico constituye la
región donde se generan las respuestas a los estímulos emocionales, hoy en día
los estudios de este sistema llevan a la siquiatría a buscar respuestas acerca
de la depresión, la demencia senil, la esquizofrenia y los problemas de manía.
En este sistema se encuentran centros de recompensa y castigo que permiten al
individuo fijar el resultado de las acciones y aprender si son deseables o
no. El recuerdo de las consecuencias
placentarias, las experiencias y acciones son modulados por la amígdala ya que,
si éste se extirpa, se dificulta en gran medida el aprendizaje mediante
recompensa y castigo. Son muchas las
emociones que podemos experimentar los seres humanos. Algunas han sido llamadas
‘emociones primarias’, como son el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el
disgusto y la sorpresa, emociones que van acompañadas de patrones de conducta
tales como respuestas faciales, motoras, vocales, endocrinas y autonómicas,
hasta cierto punto estereotipadas y que son reconocibles por encima de
diferencias culturales y raciales en los seres humanos. Distinguimos también otras muchas emociones,
como la envidia, la vergüenza, la culpa, la calma, la depresión y muchas más,
que se denominan ‘emociones secundarias’, con un componente cognitivo más alto
y que van además siempre asociadas a las relaciones interpersonales.
Unas y otras constituyen sin duda
parte esencial de nuestra vida, a la que confieren color y carácter. Más aún, la alteración de los sistemas neurales
de los que dependen las expresiones emocionales provoca grandes trastornos de
conducta. La mayoría de las enfermedades
siquiátricas son, sobre todo, alteraciones en el modo de experimentar las emociones. Se presenta
el sistema límbico como el encargado de regular la expresión de las respuestas
emocionales, asociados a este sistema se despliegan los Generadores de Patrones
Centrales (cadenas neuronales capaces de generar patrones rítmicos de actividad
motora) los cuales inician y controlan la actividad de los músculos faciales,
generando una respuesta estereotipada y conservadora ante un estímulo
específico. Distintos trabajos han
tratado de mostrar cuáles son las estructuras cerebrales implicadas en la
conducta emocional. Clásicamente se entendía que la vida emocional dependía de
las estructuras que formaban el sistema límbico, recibiendo una atención
especial la amígdala y el
hipotálamo. En los últimos años también
se ha visto que otras estructuras corticales se encuentran implicadas en la
emoción, como es la corteza prefrontal, que es la parte más anterior de la corteza
cerebral, ubicada en la parte inmediatamente anterior a la corteza motora y
premotora, ocupando la porción más grande de los lóbulos frontales. En este
sentido, a dicha región cerebral se le ha atribuido una función importante
relacionada tanto con la experiencia como con la expresión emocional. Las estructuras de la corteza frontal junto
con el sistema límbico procesan los estímulos emocionales y los integran a
funciones cerebrales complejas, las cuales incluyen: decisiones racionales,
expresión e interpretación de conductas sociales e incluso la generación de
juicios morales, entendiéndose estos últimos como los actos mentales que
afirman o niegan el valor moral frente a una situación o comportamiento. Estructuras neuroanatómicas que están
vinculadas con la emoción:
- Lóbulo temporal
- Cuerpo calloso
- Giro parahipocampal
- Circunvolución del cíngulo
- Corteza orbitofrontal
- Áreas 10, 11 y 47 de Brodmann
- Área septal
Otro aspecto esencial en el
entendimiento de las emociones es la implicación del sistema límbico; tal como
resume Palmero (1996), en el estudio de la emoción, existe una consideración clásica
respecto al control jerárquico que las estructuras neurales superiores ejercen
sobre las estructuras inferiores, de tal modo que los procesos cognitivos
configuran los procesos emocionales.
Esta aproximación plantea la
existencia de un eje unidireccional “de arriba hacia abajo” en virtud del cual
los procesos cognitivos superiores de ambos hemisferios determinan la
naturaleza de la experiencia emocional.
El sistema para la emoción y para la memoria
episódica implica en gran medida diferentes estructuras cerebrales y
conexiones. Hay evidencia
de que existen diferentes
sistemas en el
cerebro para la emoción y la
memoria, cada uno involucra
estructuras límbicas, pero no se puede
determinar a las
acciones del sistema límbico
como si este
fuera uno solo, podría
llamarse "sistema límbico emocional" al que abarque
la emoción, y para el
sistema de la memoria "sistema límbico de memoria“, se han encontrado componentes
no límbicos en
ambos sistemas que pueden
participar en los procesos cerebrales.
Estudios clínicos de amnesia
sugieren que varias regiones del encéfalo están involucradas en el
almacenamiento y la recuperación de la memoria.
Se ha encontrado que la amnesia se produce por daño del lóbulo temporal
de la corteza cerebral, el hipocampo, la cabeza del núcleo caudado (en la
enfermedad de Huntington), o la parte dorsomedial del tálamo (en alcohólicos
que sufren síndrome de Korsakoff con deficiencia de tiamina). Varios investigadores ahora creen que hay
diversos sistemas de almacenamiento de información en el encéfalo. Un sistema se relaciona con el aprendizaje
simple de estímulo-respuesta que incluso los invertebrados pueden efectuar
hasta cierto grado. Las personas con
amnesia retienen esto, junto con el aprendizaje de habilidades y diferentes
clases de acondicionamiento y hábitos.
Sistema límbico en la memoria
La memoria es una función
importante que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar información
del medio ambiente para que sea potencialmente útil, se relaciona con el órgano
central que es el cerebro, el cual, en el momento de activarse, crea interacciones
y relaciones anatómicas.
Coexisten algunos enlaces del
sistema emocional en el sistema de memoria presente, porque muchas veces un
estado emocional hace parte de una memoria episódica; sin embargo, cuando
trabaja la memoria, se debe incluir en lo que se recuerda un estado emocional. Estos conceptos son importantes no solo dentro
de la neurociencia, sino también para el campo de la neurología.
Una de las pruebas que contradice
la idea de presentar la memoria como un sistema unitario proviene de los estudios
neuropsicológicos documentados con pacientes de síndrome amnésico, los cuales rendían
de forma totalmente diferente en distintas tareas de memoria. A partir de estos y otros datos empíricos,
los teóricos empezaron a tener presente la existencia de dos o más
“memorias”.
Resaltaremos cuáles estructuras neuroanatómicas
están vinculadas con la memoria; se recomienda a los estudiantes de ciencias de
la salud tenerlas en cuenta porque existen diversos trastornos de la memoria que
pueden implicar estas estructuras:
- Corteza prefrontal
- Áreas de asociación sensoriales
- Corteza parahipocámpica
- Hipocampo – amígdala
- Fórmix
- Cuerpos mamilares
- Tálamo
- Corteza cingulada
- Hipotálamo
- Amígdala
- Cuerpos mamilares
La influencia del hipotálamo y el
tálamo, los núcleos anteriores y dorsomediales del tálamo, los cuerpos mamilares
y dos haces de fibras relacionados: el
haz mamilotalámico, que conecta el complejo hipocámpica medial con los núcleos anteriores
del tálamo, y la vía amigdalofugal que conecta la amígdala con los núcleos dorsomediales;
crea la participación extensa y compleja que desarrolla el cerebro para
codificar y crear lo que denominamos memoria.
Diferentes fases o etapas de la memoria
La memoria ha sido clásicamente
descrita como un sistema que procesa la información sensorial en diferentes
fases o etapas, íntimamente interrelacionadas: encodaje, almacenamiento y recuperación.
El encodaje: es el proceso mediante el cual una información
de origen perceptivo es transformada en una representación más o menos estable
y asociada, en mayor o menor grado a otras representaciones mnésicas ya
almacenadas.
Almacenamiento: la información o representación es guardada
en diferentes modalidades.
- Verbal
- No verbal
- Episódica
- Semántica
En estas modalidades busca el
cerebro guardarlas relativamente estables o permanentes.
Recuperación: en esta fase la
información es activamente evocada y puesta a disposición de otros sistemas
cognitivos y del comportamiento.
El almacenaje es principalmente dependiente
del hipocampo y sus conexiones diencefálicas, mientras que la recuperación y el
encodaje son dependientes de estructuras prefrontales.
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