El hombre es un ser esencialmente emocional;
el ser humano no ve ni logra sentir, sino es a través de los filtros
emocionales de su cerebro. La etimología
de la palabra emoción en esencia es el movimiento, la expresión motora que se realiza
a través de la conducta, sea este lenguaje corporal o verbal. Sin embargo, en 1872 Charles Darwin ya señalaba
que las emociones también constituyen un lenguaje; un poderoso instrumento de comunicación
utilizado por casi todas las especies animales, sin excluir al hombre.
Nuestra capacidad de aprendizaje
depende no solo de cuanta atención se le preste al suceso, sino también del
estado emocional del sujeto; pues se
recuerdan con mayor frecuencia eventos asociados con situaciones alegres,
tristes o dolorosas determinadas. Estos estados
mentales están asociados con la liberación de los neuromoduladores, tales como
la acetilcolina (en situaciones de atención máxima), dopamina, noradrenalina y hormonas
esteroides, tales como el cortisol (durante procesos nuevos, situaciones de
estrés o ansiedad).
Existen correlaciones positivas entre
el rendimiento académico y la inteligencia emocional. El desequilibrio en este sistema muchas veces ocasiona un desbalance entre las
emociones, aprendizaje y memoria.
Lo que motiva a la intervención neurolingüística
y la psicopedagógica como parte integral del tratamiento general; inclusive para
los casos más severos integrando y condicionando al individuo, al mejor
desarrollo de sus capacidades buscando
un uso más efectivo de su cognición y sus emociones.
Es significativo considerar los
procesos de inteligencia emocional, basado
en la intervención módulo
a módulo de la
programación neurolingüística, empleado como
una ayuda hacia
el individuo en procesos de autosugestión, fundado en la
relación de su entorno
con un adecuado uso de
la conciencia social,
lo cual conduce e interpreta de
manera eficaz los estímulos y su lenguaje, del mismo modo se proyecta
el conocimiento interior y la adecuada concepción del grupo de trabajo
como una articulado para el desarrollo de diversos proyectos además de la
inclusión social.
Cuando el sistema límbico se halla en
desequilibrio compromete los procesos de motivación y su conexión con
el aprendizaje variando entre evidentes irritaciones, miedo o
emotividad intensa y fallas en el entorno académico, dada la relevancia de las emociones
en la interacción del individuo con su medio y su desempeño académico. En primeras instancias requieren de
tratamiento psiquiátrico, este, aunque es el primer apoyo, no debe ser el único,
por consiguiente, es solo un escalón del trabajo interdisciplinario.
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